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LA MADRE CESÁREA RUÍZ DE ESPARZA Y DÁVALOS.

 

Nació en Aguascalientes en 1829 en una familia católica, dedicada originalmente a la minería. En su juventud se distinguió por llevar una vida piadosa, al grado de consagrarse a Jesús desde los 19 años. Las diferentes circunstancias de su familia, entre las que resalta la muerte primero de su madre, luego de su padre, hermana y cuñado la traen a establecerse definitivamente en la Ciudad de México. Por estas mismas cuestiones no le es posible ingresar con las Madres Concepcionistas como era su deseo, así que tiempo después en 1871, forma parte de las Hijas de María y vive en un pequeño departamento del Hospital de San Andrés.

Por invitación del Padre José María Vilaseca en septiembre de 1872, sale de dicho departamento para fundar con cuatro niñas la primer casa y escuela de las Hermanas Josefinas. Un mes después, ambos se presentaron con el Arzobispo de México, Doctor don Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos quien les otorga su permiso para continuar la fundación. De ella dijo en su funeral el P. Vilaseca: “Su alma era grande; su corazón, esforzado; sus trabajos, continuos; su vigilancia, siempre atenta; su oración no se apartaba de sus labios; sus mortificaciones, de verdaderos penitentes; y obraba en cumplimiento de sus deberes, deseando con todo su corazón y toda su alma agradar siempre más y más a Jesús, María y José”. Desde 1872 se dedica en México a la fundación de diversas obras y casas de la comunidad, así como a la solución de los diferentes problemas que se presentan en ellas, hasta su muerte en 1884 en la casa general. Ambos fundadores, fueron personas virtuosas que dedicaron su vida y sus mejores esfuerzos a la educación de la niñez y de la juventud mexicanas, así como a obras de asistencia que se prolongan hasta nuestros días.

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